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Asaltantes de Camiones Blindados

November 24, 2021 Armando Torres Season 2 Episode 79
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Asaltantes de Camiones Blindados
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Show Notes Transcript

En este episodio hablamos de una serie de robos a camiones blindados ocurridos en los pueblos de Juncos y Gurabo. Durante uno de los robos un guardia de la compañía de seguridad Ranger American fue asesinado mientras entregaba un depósito en una cooperativa. Los acusados se exponían a la pena de muerte.

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Música de fondo: 'Sustain Lights 1' por Daniel Birch,

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Saludos espero que se encuentren bien, buscando información para realizar este episodio me di cuenta de que los robos a camiones blindados en Puerto Rico son más comunes de lo que yo pensaba. 

En el 2007 tres sujetos enmascarados y con armas largas asaltaron a dos empleados de la empresa Loomis Fargo cuando recogían dinero de la sucursal de Westernbank en Hato Rey. Los asaltantes se acercaron a empleados de  Loomis Fargo cuando se estaban montando en el camión blindado, les apuntaron con las armas y les quitaron todo el dinero que había en el interior. Se cree que se llevaron más de un millón de dólares.

En el 2016 se cree que cuatro individuos vestidos de negro con camisetas que decían POLICIA en las mangas, asaltaron a un guardia de Loomis Fargo y lograron robarse una cantidad indeterminada de dinero del camión blindado y el arma de fuego del oficial.

Este robo ocurrió en la Avenida Magnolia detrás del supermercado Supermax en Bayamón.

En el 2017 ocurrió el robo de un camión blindado frente al Banco Popular en la carretera 402 de Añasco. En esta ocasión fallecieron Ariel Núñez del pueblo de Aguada y Waldemar Echevarría de Añasco. Un guardia de la compañía Ranger American resultó herido. 

En el 2019 un guardia resultó herido de bala cuando varios asaltantes robaron un camión blindado de la compañía Ranger American en una estación de gasolina Puma ubicada en la marginal Los Ángeles en Carolina. 

 En el episodio de hoy hablamos específicamente de una serie de robos a camiones blindados ocurridos en los pueblos de Juncos y Gurabo en el cual perdió la vida un guardia de la compañía de seguridad Ranger American mientras entregaba un depósito en una cooperativa.

El 30 de noviembre del 2001, James Cruz Matías, quien era guardia de camiones blindados para la compañía Ranger American tenía que hacer una entrega de dinero en efectivo para la cooperativa de Ahorro y Crédito Saulo D. Rodriguez en Gurabo. 

Eluber Torres Alejandro quien era el chofer se encontraba esperando dentro del camión blindado. Cruz se bajó del camión cargando una bolsa con $180,000 en efectivo. Mientras caminaba hacia la puerta de la cooperativa un hombre que estaba esperando en el área del cajero automático de la cooperativa se le acercó, le puso una pistola en la cara y le pidió que le entregara la bolsa de dinero. De inmediato aparecieron otros dos sujetos armados quienes también se le acercaron y le apuntaron con sus armas por lo que Cruz no tuvo otro remedio que entregarles el dinero.  Antes de irse del lugar, uno de los asaltantes le quitó la pistola al guardia. Afortunadamente los asaltantes se marcharon a toda prisa del lugar sin herir a nadie en una Jeep Cherokee Laredo que habían dejado estacionada frente a la plaza del pueblo. Algunas horas más tarde agentes de la policía municipal de Gurabo encontraron la guagua quemada en un terreno solitario. La guagua había sido robada dos días antes. 

El 6 de marzo del 2002, varios hombres trataron de asaltar otro camión blindado en la cooperativa  de ahorro y crédito Valenciano en el pueblo de Juncos. Ese día Torres, quien era el chofer en el robo anterior , estaba haciendo el trabajo de mensajero o sea el que entrega y recibe el dinero de las cooperativas. Otro guardia llamado Gilberto Rodríguez estaba conduciendo el camión. Mientras Torres cargaba una bolsa con $300,000 en efectivo desde el camión blindado hasta la puerta de la Cooperativa apareció un hombre y caminó hacia él.  El hombre se levantó la camisa y Torres se percató de que el sujeto tenía un arma de fuego en la cintura. El hombre sacó la pistola y apuntó a Torres.

De inmediato Torres y su compañero, Rodríguez, sacaron sus armas y las apuntaron hacia el individuo, Al darse cuenta de que estaba en desventaja el hombre se volteó y salió corriendo del lugar. 

Tres semanas más tarde, El 26 de marzo del 2002, un hombre llamado Armando Julía estaba estacionado en su guagua, una Ford Explorer color verde, frente a la casa de su hija conversando con ella. De momento se acercaron dos asaltantes, uno de ellos le apuntó con una pistola plateada y le pidió que le diera la guagua.

Los asaltantes se llevaron la Explorer y una Glock 9mm negra que se encontraba en el interior de la guagua.

Al otro día los guardias de Ranger American, Torres y Rodríguez tenían que hacer una entrega de $100,000 a la cooperativa Saulo D. Rodríguez en Gurabo. En esta ocasión Torres era el chofer del camión por lo que se quedó adentro de este en lo que Rodriguez hacía la entrega. Cuando Rodríguez llegó a la entrada de la cooperativa se le acercó un asaltante y le apuntó con una Glock negra de 9mm. De inmediato apareció otro asaltante con una Beretta semiautomática. Al ver a los asaltantes armados Rodríguez levantó las manos en señal de rendición. Mientras uno de los asaltantes intentaba quitarle el arma de fuego a Rodríguez el otro le hizo dos disparos. Al percatarse Torres abrió la puerta del camión blindado y comenzó a disparar contra los asaltantes alcanzando a uno de ellos quien cayó herido al suelo. En el intercambio Torres recibió un disparo en la mano izquierda de un tercer asaltante que se encontraba en el lugar. Al verse herido entró al camión y se encerró en el mismo.

Uno de los asaltantes tomó la bolsa dinero y huyó de la escena en una Ford Explorer verde dejando atrás al asaltante herido. En ese momento Rodríguez todavía estaba vivo pero malamente herido. Según el testimonio que hiciera Torres más adelante, Rodríguez suplicó por su vida pero  el asaltante que estaba herido y se encontraba sentado en la acera cerca de él, agarró su arma y le disparó dos meses más.

Un hombre llamado Quester Sterling Suárez quien era parte del grupo de asaltantes apareció desde el estacionamiento con un arma en la mano e intentó ayudar al asaltante herido pero se fue huyendo cuando vio que llegaba la policía. Un agente de la policía lo persiguió pero perdió su pista en un área boscosa. Unas horas más tarde Quester, quien estaba todo mojado y sucio, se sentó a orillas la carretera relativamente cerca de la cooperativa y fue arrestado por la policía. 

El asaltante herido quien fue identificado luego como Lorenzo Catalán Román fue arrestado frente a la cooperativa y a pesar de estar gravemente herido todavía tenía su Beretta en la mano. 

Luego de ser arrestado Quester confesó que había participado en el robo y que tiró su arma mientras huía de la policía. También ofreció detalles de la planificación del robo y confesó que había participado en otros robos con el mismo grupo de personas.

El guardia Gilberto Rodríguez murió poco tiempo después, la autopsia reveló que recibió un total de ocho disparos, tres de ellos fueron fatales. Una de las heridas mortales provino de la Glock 9 mm que le había sido robada a Armando Julía el día antes. Las otras dos pertenecían a la Beretta de Lorenzo Catalán. A pocos minutos de distancia de la cooperativa la policía encontró la Ford Explorer verde robada con las puertas abiertas, el motor encendido  y un pequeño tanque de gasolina cerca. Dentro de la guagua se recuperó la Glock 9mm utilizada por otro de los asaltantes identificado luego como Hernardo Medina.

Durante la investigación del caso se encontraron seis huellas dactilares que coincidían con las de Hernardo Medina. Las mismas fueron recuperadas de un periódico dejado cerca del cajero automático de la cooperativa de Gurabo. En el juicio, James Cruz uno de los guardias quien estuvo en el primer robo de la cooperativa de Gurabo identificó a Hernardo Medina como el asaltante responsable de ese robo.

El otro guardia, Torres, identificó a Hernardo Medina y a Lorenzo Catalán como los asaltantes del segundo robo en Gurabo. 

Luego del asalto del 6 de marzo Torres había visto una motora y un Chevrolet Lumina azul saliendo a toda prisa del estacionamiento de la cooperativa de Juncos e identificó a Catalán como el hombre que había caminado hacia él en el estacionamiento y que le mostró un arma antes de huir. El Lumina azul pertenecía a un hombre llamado David Morales Machuca quien era parte del grupo de asaltantes. Su rol era conducir el vehículo de escape.

El 2 de abril del 2002 El FBI arrestó a Hernardo Medina y asumió jurisdicción del caso bajo la Ley Hobbs de 1951 que penaliza los robos que afectan el comercio interestatal. Dentro del vehículo que conducía Hernardo en el momento de su arresto se encontraron tres recortes de periódico sobre el robo del 27 de marzo.

Aproximadamente un año después, el 14 de marzo del 2003, un gran jurado federal entregó una acusación de diez cargos acusando a Lorenzo Catalán, Hernardo Medina, David Morales, Quester Sterling y Pablo Sánchez, quien también participó en los robos, de varios delitos relacionados a la conspiración para robar vehículos blindados.

La selección del jurado comenzó el 25 de enero del 2005 y duró trece días. Tres días antes del juicio la defensa de Lorenzo Catalán realizó algunas mociones para excluir evidencia que indicaba que estuvo involucrado en el intento de robo del 6 de marzo del 2002 y para que separaran su juicio del de Hernardo Medina. La defensa de Lorenzo Catalán dijo que si se separaban los juicios, Hernardo Medina podría testificar que su cliente no había estado involucrado en el intento de robo de la cooperativa de Juncos. El tribunal denegó la moción de separación de juicio.

El juicio comenzó el 7 de marzo del 2005 con el testimonio de Álamo un convicto quien se encontraba en la misma celda que Hernardo Medina luego de su arresto. Álamo testificó que mientras eran compañeros de celda Hernardo le había revelado varios detalles sobre los robos de camiones blindados.  Hernardo le dijo a Álamo que había robado una Ford Explorer verde la noche antes del robo del 27 de marzo y que en su interior habría una pistola Glock 9mm. También le Dijo que había participado en el tiroteo durante el robo del 27 de marzo y que el FBI había encontrado el arma que había usado en la Explorer abandonada después del robo. Además le dijo que quería usar el dinero del robo para comprar muebles y remodelar su casa, entre otras cosas. Otro de los testigos claves de la fiscalía fue el guardia de Ranger American Eluber Torres quien estuvo presente en los dos robos de Gurabo y en el intento de robo de Juncos. Torres identificó a los acusados en la corte.

La viuda de Gilberto Rodríguez, quien estaba embarazada cuando mataron a su esposo, dijo en corte que cuando su hijo de 3 años le pregunta por su padre, ella le dice que está en el cielo protegiéndolo y cuidándolo.

El abogado los acusados Steven Potolsky le preguntó al hermano de Gilberto Rodriguez si parte del sufrimiento de él y de su familia se debía a que ellos se oponían a la pena de muerte por sus creencias religiosas. A lo que él contestó que sí.

Sin embargo, a preguntas de la fiscal federal María Domínguez él reconoció que había cambiado su forma de pensar y que ahora creía que la pena de muerte era válida para que se haga justicia en algunos casos.

"Él rogó por su vida, dijo 'no por favor, no'. Mi hermano fue asesinado viciosamente. Ese es mi pensar"

La hna. de Gilberto testificó llorando sobre lo difícil que fue ver a su hermano menor en la morgue. 

La fiscalía presentó varias fotos de Gilberto junto a sus familiares y una carta escrita por él a su esposa en donde le expresaba lo feliz que estaba por su embarazo.

Durante los testimonios de los familiares de Gilberto Rodriguez se pudo observar a al menos tres miembros del jurados llorando.

Los abogados de Hernardo Medina trajeron a miembros de su familia y a psicólogos para que hablaran de su crianza. Se dice que su madre amenazaba con matarlo y su padre, quien era alcohólico los agredía cuando se emborrachaba.

Ante estos argumentos la fiscal María Domínguez contestó que su crianza no era excusa para cometer los terribles actos e insistió en que las acciones tienen consecuencias. La fiscal le recordó también al jurado que Hernardo se jactaba en cárcel por lo que había hecho y nunca demostró estar arrepentido.

Por su parte los abogados de Lorenzo Catalán señalaron que él quería ayudar a su familia, a su iglesia y a su comunidad. Dijeron que él era un hombre bondadoso que cometió un terrible error.

Luego de que la fiscalía presentara toda la evidencia, las huellas dactilares, los informes de balística y los testimonios de testigos, sometieron su caso ante el jurado. La fiscalía federal estaba solicitando la pena de muerte para Lorenzo Catalán y para Hernardo Medina. La defensa de los acusados solicitó una sentencia absolutoria para sus clientes, es decir, que los dejaran en libertad, pero el tribunal de primera instancia denegó su solicitud. El jurado encontró a cada uno de los acusados culpable de todos los cargos que pesaban en su contra. 

En el 2000 el Tribunal Supremo de Puerto Rico determinó que la pena de muerte violaba la Constitución del Estado Libre Asociado. Sin embargo, un año después, el Primer Circuito de Apelaciones en Boston revocó esa decisión, argumentando que como Puerto Rico era territorio estadounidense estaba sujeto a las leyes federales. Por esta razón el caso fue certificado como elegible a la pena de muerte. 

El mismo jurado que decidió que los acusados eran culpables tenía ahora que decidir si los sentenciaban o no a muerte. El fase de deliberación duró quince días. Al final del proceso el jurado compuesto por seis hombres y seis mujeres no se pudo ponerse de acuerdo para imponerles la pena de muerte a los acusados.

El jurado decidió de forma unánime no imponerle la pena de muerte a Lorenzo Catalán por lo que fue sentenciado a cadena perpetua. En el caso Hernardo Medina hubo un tranque en el jurado y no se logró un acuerdo unánime. Debido a esto el juez Pérez Giménez automáticamente lo sentenció a cadena perpetua.

Al escuchar el veredicto los acusados sonrieron, miraron a sus familiares y les lanzaron besos. Luego se abrazaron con sus respectivos abogados. Mientras tanto, frente al Tribunal un grupo de activistas en contra de la pena de muerte celebraban la decisión.

El jefe de la fiscalía federal en aquel momento, Humbert García, se expresó luego del veredicto;

"Con Medina Villegas se trancaron y eso quiere decir que al menos uno, tal vez más y quizás hasta la mayoría estaban dispuestos a imponer la pena de muerte en este caso".

"Eso es un mensaje muy importante para Puerto Rico. Están dispuestos a considerar la pena de muerte”,” En el futuro seguiremos enviando nuestros casos al Departamento de Justicia para considerar si son apropiados a pena de muerte".

 Los abogados de los acusados apelaron la sentencia ante el Tribunal de Apelaciones de Boston señalando que sus derechos constitucionales habían sido violados. La defensa de Lorenzo Catalán mencionó específicamente la decisión de denegar su solicitud para que se separara su juicio del de Hernardo Medina, Algunas restricciones impuestas por el tribunal durante el contrainterrogatorio a testigos del gobierno y la decisión de no permitir una solicitud para que Ranger American y su dueño presentaran sus planillas con el fin de demostrar que no habían afectado el comercio interestatal que era la razón principal por la cual el caso se convirtió en uno federal. La defensa también señaló que algunos de los cargos violaban la cláusula de doble exposición ya que la constitución de los Estados Unidos prohíbe que una persona sea procesada dos veces por el mismo delito.

La defensa de Lorenzo Catalán trató de impugnar específicamente el testimonio de Eluber Torres, el guardia que resultó herido en la mano ya que entendían que su relato no era creíble porque cambió drásticamente su versión de los hechos poco antes del juicio y agregó nuevos detalles que resultaron ser muy perjudiciales para el acusado.

El tribunal concluyó que el testimonio que Torres había dado mientras estaba en el hospital no era necesariamente inconsistente con el que luego ofreció durante el juicio. Se tenía que tomar en consideración el hecho de que al momento de la entrevista en el hospital había tomado medicamentos para el dolor y la entrevista fue muy corta. Por esta razón el tribunal entiende que era lógico que luego pudiera ofrecer más detalles durante el juicio. La parte más perjudicial del testimonio de Torres fue cuando dijo que su compañero, Gilberto Rodriguez rogaba por su vida antes de ser ejecutado por Lorenzo Catalán.

Por su parte la defensa de Hernardo Medina alegaba que no había suficiente evidencia para demostrar el cargo de asesinato y los cargos de robo de auto en su contra. También reclamó el hecho de que el tribunal de distrito no le permitiera la oportunidad de hablar antes de ser sentenciado a cadena perpetua en el cargo ocho.

A pesar de que el tribunal de Apelaciones de Boston anuló algunos de los cargos en contra de los acusados, 4 de ellos cumplen hoy día una condena de cadena perpetua.

Lorenzo Catalán Román tiene 42 años y se encuentra en la prisión de Allenwood en Pensilvania.

Hernardo Medina Villegas tiene 40 años y se encuentra en la prisión de Bennetsville en SC.

David Morales Machuca tiene 62 años y se encuentra en la prisión de Atwater en California

Y Quester Sterling Suárez tiene 43 años y se encuentra también en la prisión de Atwater en Caliornia.