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El Crimen del Cementerio

July 21, 2021 Armando Torres Season 2 Episode 61
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El Crimen del Cementerio
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Show Notes Transcript

El 7 de septiembre de 1950 un reconocido empresario, dueño de un cementerio, asesinó a su exesposa. Él estaba confiado y pensaba que había realizado el crimen perfecto, sin embargo, un fiscal logró probar, que él había asesinado a su exesposa y que la había enterrado en una fosa de su propio cementerio.

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Música de fondo:  'Dreams Never Die' by Daniel Birch, 'Panteón de Amor' Orquesta Zodiac

Dramatización: Armando Torres / Esteban Gómez

Fuentes de información y documentos disponibles en Patreon.

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Saludos espero que se encuentren bien, El 7 de septiembre de 1950 un reconocido empresario, dueño de un cementerio, asesinó a su exesposa. Él estaba confiado y pensaba que había realizado el crimen perfecto, sin embargo, un fiscal logró probar, que él había asesinado a su exesposa y que la había enterrado en una fosa de su propio cementerio.

Iris Nereida Hernández Matos era una joven alegre, honesta, de buena familia a la que le encantaba ir al cine y a la playa. Uno de sus sueños era formar una familia y tener un hogar feliz lleno de amor y de alegría.

Iris Nereida nació en Bayamón Puerto Rico. Sus padres eran Juan Hernández y Laura Matos. Realizó sus estudios primarios en Bayamón y se graduó de la escuela intermedia en Vega Alta. Luego en el 1945 se fue a estudiar a la Escuela Central Superior de Santurce y más adelante estudió enfermería en la clínica Diaz García de la Parada 22 también en Santurce. En el 1947 dejó sus estudios de enfermería para casarse con Ramon Antonio Fournier, un hombre de negocios con una privilegiada posición económica y de muchas relaciones sociales en la isla ya que luego de la muerte de su padre heredó sus negocios y la administración del consulado de Costa Rica en Puerto Rico.

En agosto del 1948 Ramón Antonio e Iris Nereida tuvieron una niña, pero a finales del 1949 Iris Nereida solicitó el divorcio por trato cruel e injurias graves. Durante su corto matrimonio Iris nereida sufrió maltrato por parte de su esposo y de su suegra Luz Sampedro quien la llegó a agredir físicamente. Iris Nereida solicitó ante el tribunal que Ramón Fournier le pasara pensión alimenticia a su hija. El tribunal fijó una pensión de $150 mensuales para la niña lo que equivale a unos $1,700 mensuales hoy en día.

Ramón Fournier desacató la orden del tribunal y se marchó a Estados Unidos para evitar tener que pagar la pensión alimenticia. Cuando Ramón regresó a Puerto Rico un tiempo después, Iris Nereida logró que el tribunal lo emplazara de nuevo y Ramón Fournier fue al tribunal para oponerse a la solicitud de pensión.

El 5 de enero del 1950, el Tribunal le dio la razón a Iris Nereida de nuevo y dictó una sentencia concediéndole la pensión de $150 al mes más el pago por el costo de honorarios de abogado. Sin embargo, esta vez tampoco Ramón cumplió con la sentencia. Nuevamente Iris Nereida acudió al tribunal y obtuvo una orden de embargo de hasta $450 para cubrir las pensiones atrasadas. Al cabo de un mes Ramón tampoco cumplió con el pago por lo que el tribunal ordenó el embargo de sus bienes. En ese momento fue que al Ramón Fournier le hizo caso a la orden del tribunal. 

El 7 de septiembre de 1950 Iris Nereida salió por la mañana de la casa de sus padres, en donde vivía con su hija y se dirigió hacia su lugar de trabajo. En ese momento ella era secretaria de un doctor en Santurce. Iris Nereida tenía puesto un traje de falda ancha, tacones altos color blanco, un cinturón color plateado y un pañuelo en la cabeza con muchos colores. Además, llevaba una cartera blanca, una pulsera de oro en su muñeca, una sortija y una caja de Kleenex, porque tenía catarro en esos días. Ese mismo día a la una de la tarde Iris Nereida desapareció cuando salía del Professional Building en la Avenida José de Diego.

Una semana más tarde las hermanas de Iris Nereida, Lucy y Aida visitaron a Ramón Fournier. Ramón se encontraba en el cementerio trabajando en una tumba. Las hermanas le preguntaron si sabía que Iris Nereida había desaparecido y él les dijo que sí pero que no sabía a donde ella estaba. Una de las hermanas le dijo a Ramón que ella sospechaba que a su hermana la habían matado y que la persona que la mató tenía que ser alguien que tuviera los medios para deshacerse de un cuerpo. Ramón se puso muy nervioso, pálido y tembloroso. Les dijo a las hermanas que eso no era así de fácil, que para enterrar un cadáver había que llenar muchos papeles y que no había forma de ocultarle a las autoridades el entierro ilegal de un cadáver. Les dijo además que él había visto a Iris Nereida unos días después de su desaparición cerca de La Marina en San Juan. Ramón les dijo incluso que él estaba dispuesto a ayudar en la búsqueda de Iris Nereida y les dijo que cuando él le enviara el cheque de $150 de la pensión del mes de octubre de seguro Iris Nereida saldría de su escondite y entonces podían saber a dónde ella estaba y con quién. Ramón llevó a una de las hermanas de Iris Nereida a ver dos casas que tenía cerca del cementerio para que vieran que Iris Nereida no estaba allí y le dio una vuelta por el cementerio Fournier para que confirmara que allí tampoco estaba. El Cementerio Fournier actualmente conocido como Puerto Rico Memorial ubicado en Isla Verde, pertenecía a la familia Fournier y Ramón Antonio Fournier Sampedro era su codueño y quien lo administraba. 

Un día un limpiabotas le sugirió al fiscal que investigaba la desaparición de Iris Nereida, que destapara las tumbas del cementerio de Fournier, desde la fecha en que los familiares de Iris Nereida la habían reportado como desaparecida. El fiscal aceptó la teoría del limpiabotas y ordenó que destaparán las fosas.

El 8 de octubre de 1950, a las 3 de la tarde, el cuerpo de Iris Nereida fue encontrado en un avanzado estado de descomposición enterrado en la arena bajo el fondo de una fosa del Cementerio Fournier. 

El cuerpo de Iris Nereida se encontraba boca abajo, con las piernas y los brazos doblados hacia la espalda. Su cuerpo aun vestía el mismo traje y los mismos accesorios que llevaba puestos el día de su desaparición, pero le faltaba un zapato. Cerca de su rostro de encontró su cartera y una caja de Kleenex. El pañuelo de colores que llevaba en su cabeza estaba amarrado con un nudo cubriendo su nariz y su boca. Por último, el cinturón plateado que llevaba puesto estaba amarrado alrededor de su cuello en forma de torniquete. El cinturón le daba dos vueltas a su cuello y en un lado tenía un nudo con un clavo de unas 4 pulgadas torcido dentro del mismo como un garrote. Unas horas más tarde su cuerpo fue identificado por sus familiares en la Escuela de Medicina en Puerta de Tierra.

Durante la investigación se determinó que la muerte de Iris Nereida había ocurrido unas cuatro a seis semanas antes. El cinturón que tenía Iris Nereida en su cuello estaba amarrado debajo de la laringe y dejó una marca profunda en su cuello. El análisis patológico del Dr. Babbs determino que la laringe de Iris Nereida tenía dos fracturas y que las paredes de su tráquea estaban comprimidas por la presión aplicada por el cinturón. La causa oficial de la muerte fue asfixia por estrangulación mediante garrote. El Patólogo declaró que por la forma en la que estaba colocado el cinturón con el clavo dentro del nudo y dos vueltas alrededor del cuello, ciertamente se trataba de un homicidio. 

Los rumores de que Ramón Fournier había matado a Iris Nereida comenzaron a surgir. Se dice que la familia de Ramón invirtió parte de su fortuna para evitar que él fuera señalado como sospechoso, sin embargo, unos meses más tarde Ramón Fournier fue acusado por el asesinato de Iris Nereida.

Según la teoría de la fiscalía Ramón llegó el 7 de septiembre de 1950 a las 9 de la mañana al cementerio y recibió una llamada telefónica como a las 11 de la mañana. Ramón le dijo a Juan Ponce López quien trabajaba como celador en el cementerio que lo había llamado Lucy, la hermana de Iris Nereida para decirle que su hermana se había ido de la casa con su novio. Unos minutos más tarde Ramón salió del cementerio en su Cadillac y regresó como a las 3:30 de la tarde. Al regresar llamó a Gregorio Fargas, uno de sus empleados y lo mandó a hacer un hoyo en la fosa número 4, supuestamente para ver si había agua bajo la misma. El empleado hizo un hoyo en la fosa de unos 2 pies profundidad del largo y ancho de la fosa. Tan pronto Gregorio termino de hacer el hoyo Ramón salió nuevamente del cementerio.

Esa misma noche como a las 11 Ramón regresó al cementerio en su Cadillac, habló con Juan Ponce López y le pidió las llaves del cementerio, diciéndole que tenía una cita con una enfermera y quería entrar con ella al cementerio. Como a la media noche Ramón regresó para devolverle las llaves a Juan en una casita en la que él dormía cerca del cementerio y le dijo;

 “Ponce si tú te levantas primero . . . mira a ver si me encuentras un zapato que se le perdió a ella en el cementerio”. 

Juan se fijó en que ramón estaba sudado. 

Al día siguiente Ramón entró al cementerio como a las 6:30 de la mañana con Juan Ponce. El hoyo que se había hecho en el fondo de la fosa número 4 el día antes estaba tapado con arena.

Ramón les ordenó a sus empleados que hicieran una mezcla de cemento para tirar los pisos de varias fosas, una de ellas era la fosa número 4. Los empleados se fijaron que el fondo de la fosa 4 estaba nivelado y listo para que le tiraran el piso de cemento. Siguiendo las órdenes de Ramón Fournier, los empleados tiraron primero el piso de cemento en la fosa número 4. Como a las 8 de la mañana Ramón salió del cementerio y regresó aproximadamente una hora y media más tarde, se bajó de su auto, hizo un hoyo con una pala entre las fosas 5 y 6 y enterró un paquete que sacado de su auto. 

Cuando el fiscal y la policía hallaron el cadáver de Iris Nereida, también encontraron entre las tumbas 5 y 6 un paquete dentro de la envoltura de un saco de cemento. En el paquete había nada y nada menos que un zapato blanco de mujer con tacones altos. Este era el zapato que le faltaba al cadáver de Iris Nereida cuando lo descubrieron en el fondo de la fosa número 4.

El 7 de octubre de 1950 un día antes de que encontraran el cuerpo de Iris Nereida, Ramón Fournier fue detenido por la policía con relación a la muerte de Iris Nereida. Los policías le indicaron que estaban haciendo una investigación y lo llevaron hasta la oficina del fiscal Angel Viera Martínez. Angel Viera Martínez era un prominente fiscal que se convirtió en speaker de la cámara en el 1969 por el partido Nuevo Progresista durante el gobierno de Luis A. Ferré. Ramón estuvo detenido en la fiscalía hasta el 10 de octubre y no fue interrogado hasta ese día. Ramón estuvo incomunicado durante ese tiempo sin ver a sus familiares, amigos o sus abogados. Por el día se le mantenía detenido en la oficina del fiscal y por la noche se le llevaba al Cuartel de la Policía para que durmiera. Mientras estuvo detenido a Ramón supuestamente nunca se le agredió, no se le amenazó ni se le hicieron promesas u ofrecimientos para que confesara o declarara. Siempre se le permitió descansar, dormir y alimentarse normalmente. En las oficinas del fiscal a Ramón le tenían libros y periódicos para que leyera, un abanico para el calor y una butaca para que descansara o durmiera una siesta. Se dice que en todo momento estuvo tranquilo y se pasó la mayor parte del tiempo leyendo novelas policiacas.

Según la declaración del fiscal Viera Martínez, Ramón nunca pidió ver a un familiar ni a un abogado y tampoco ningún familiar o abogado de él solicitó verlo. 

Mientras Ramón estaba detenido de forma ilegal en la fiscalía el fiscal Viera Martínez estuvo recopilando información y datos relevantes sobre el caso. El lunes 9 de octubre a las 10 de la noche el fiscal empezó a interrogar a Ramón Fournier. El interrogatorio del fiscal siguió ininterrumpidamente por unas seis horas. 

DIALOGO 

P- Fiscal Ángel Viera Martínez                                      R- Ramón Fournier Sanpedro

P. ¿Está nervioso ahora o no está? 

R. No. 

P. Entonces cuando usted manda a cualquiera para el infierno, ¿qué más le hace, además de mandarlo para el infierno, le acomete? 

R. No. 

P. ¿Pero además de mandar a uno para el infierno? 

R. No sé qué contestarle y no sé porque usted está llegando al punto de violentarme para que yo entonces lo acometa a usted y yo no lo acometería en ningún momento. 

P. Le voy a preguntar lo siguiente: ¿Por qué, o a qué conclusión llega usted de aparecer en el fondo de una fosa un hoyo hecho más abajo y puesto encima un piso de concreto el cadáver de una mujer que no era la esposa de Gregorio Fargas; que no era la esposa de Ernesto Santana, que no era la esposa de Agapito Rosa, que no era la esposa de Juan Ponce, ni la esposa de Pedro Andino sino la suya, estrangulada y enterrada allí en el Cementerio Fournier del que usted es codueño, donde usted manda, donde usted se mete, dónde usted tiene autoridad.

R. Eso es algo que se puede esclarecer completamente con su la investigación.

P. ¿La contestación la dio de que fue usted quien la estranguló y la enterró allí? 

R. Esa es su deducción. 

P. Esa es la deducción suya. 

R. Mía no. 

P. ¿Quién usted cree que fue, vamos a ver? 

R. Como le dije antes si lo supiera se lo hubiera dicho. 

P. ¿De quién sospecha usted? 

R. Yo, de nadie.

P. ¿Lo vio el cadáver? 

R. Sí lo vi, un cadáver en la tumba que dijeron era de ella. Usted mismo me lo dijo. 

P. ¿Usted la reconoció bien a ella? 

R. Bueno, enseñándome el cuerpo puedo decirle. 

P. ¿Por qué razón aparece como tapada la boca de Iris Nereida con un pañuelo? 

R. No puedo decirle. 

P. ¿Y aparece con un cinturón atado al cuello por usted? 

R. No, señor, 

P. Y con un clavo atado en el cinturón 

R. ¿Por qué tengo que ser yo? 

P. Porque no puede ser otro, sino usted, porque los muertos no caen a las tumbas, aparece con un cordón atado al cuello, con un cinturón, usted la llevó en el baúl de su carro, usted le pidió las llaves a Juan Ponce. 

R. Ya me está haciendo insinuaciones directas. 

P. Lo estoy acusando a usted. 

R. Y yo con todos mis derechos si es que los tengo no estoy obligado a contestar esas preguntas. 

P. ¿Si usted cree que se perjudica no tiene derecho a contestar? 

R. No me perjudico, pero me niego a contestar. 

P. ¿Por qué se niega a contestar? 

R. Porque es una acusación directa. 

P. ¿Por qué usted va donde Juan Ponce a buscar las llaves por la noche? 

R. Yo no tengo nada más que decirle. Ahora todas las preguntas suyas son acusaciones hacia mí.

P. Le estoy preguntando. 

R. Yo no tengo nada más que contestar, si usted cree que tiene base para una acusación contra mí ... 

P. ¿Usted se perjudica? 

R. No me perjudico.

P. ¿Yo le pregunto si se incrimina? 

R. No me incrimino.

P. Si no se perjudica en nada, me va a contestar. 

R. Ahora no quiero contestar porque ya es una acusación directa. 

P. ¿No me va a contestar las preguntas?

 R. De ninguna especie.

P. ¿En ninguna forma, ni invitándolo con alguna contestación?

R. Depende de lo que sea. 

P. ¿De qué otra cosa va a ser?

R. Yo creo que ya esto es una acusación directa, lo que falta que me acuse directamente. 

P. Si usted no se incrimina en nada. 

R. Eso usted cree, pero puede ser perjudicial para mí.

P. Eso lo determina usted. 

R. Y usted. 

P. ¿Usted cree que es perjudicial? 

R. Yo no creo que sea perjudicial. 

P. ¿Tiene en mente mandar al fiscal al infierno? 

R. Ahora está actuando como un fiscal. 

P. Yo le pregunto a usted, ¿por qué usted fue a buscar donde Juan Ponce la llave? 

R. No tengo que contestar nada más. 

P. ¿Porque se incrimina? 

R. No me incrimino. 

P. ¿Por qué usted mandó a Gregorio Fargas a hacer un hoyo? 

R. No tengo que contestar. Ahora guardaré silencio hasta las buenas noches. 

P. ¿Por qué hasta las buenas noches, porque se perjudica? 

R. Porque no voy a hablar nada más. 

P. Tiene que contestarme las preguntas una por una.

R. Yo vine a contestar sus preguntas voluntariamente contrario a opiniones de abogados que siempre me han dicho todas las cosas y yo creo que tengo derecho a no contestar nada más. 

P. Usted fue esa noche del 7 de septiembre de 1950 al cementerio suyo, contésteme. 

R. De ahora en adelante no tengo que contestar. 

P. ¿Le perjudica? 

R. No me perjudica en nada. 

P. ¿Ni se incrimina?

R. No me incrimina.

P. Tiene obligación de contestarme. 

R. No voy a contestar nada más. 

P. No contesta porque es culpable del asesinato de Iris Nereida Hernández. No contesta porque

estranguló a Iris Nereida. 

R. Usted es quien hace esa conclusión. 

P. ¿Usted estranguló a Iris Nereida Hernández? 

R. No señor. 

P. Su exesposa. 

R. No señor. 

P. ¿Y la enterró en la forma que usted la vio? ¿creyendo que usted iba a hacer el crimen perfecto? 

R. No señor, Usted me ha dado a entender que el crimen perfecto no existe. 

P. ¿Contesta o no contesta? 

R. Contesto que no, que no es lo que usted dice.

P. ¿Por qué usted mandó a abrir ese hoyo en la fosa número cuatro, más abajo del fondo, como de dos pies y medio ¿por qué? 

R. Usted dijo que para ver si salía agua.

P. Eso usted le dijo a Gregorio Fargas, que se enterró allí el cuerpo de Iris Nereida Hernández. 

P. Usted sabía que allí había un cadáver. Mire a ver si era costumbre hacer un hoyo en el fondo de la fosa para ver si salía agua en verdad, o es que usted es culpable del asesinato por estrangulación de Iris Nereida Hernández a quien enterró en una fosa de su propio cementerio y guarda silencio porque usted conoce el sitio y sabe que allí no salía agua. Le voy a traer el clavo que usted utilizó y me va a decir de dónde lo encontró. ¿Me lo va a decir?

R. Yo no tengo nada más que decir. 

P. ¿No tiene nada más que decir, por qué?

 R. Yo se lo he dicho todo. 

P. ¿Usted ha hablado todo? 

R. Tengo mis derechos de no contestar.

El extenso interrogatorio del fiscal Viera Martínez fue efectivo y logró que el 10 de octubre del 1950 Ramón Fournier confesara el crimen. Más tarde ese mismo día y frente a un sin número de periodistas y fotógrafos de la prensa, Ramón hizo otra confesión desde su casa en construcción ubicada en el Barrio San Antón de Carolina donde había estrangulado a Iris Nereida. Ramón dijo que había acostado a Iris Nereida sobre una puerta que el mismo había colocado sobre una bañera. Indicó que le puso un cinturón en el cuello, que luego pasó un clavo que había recogido del piso por el nudo del cinturón y que la estranguló usando el cinturón y el clavo como una especie de torniquete. Ramón dijo que luego sacó el cadáver de Iris Nereida por una ventana y lo puso en el baúl de su auto.  También dijo que se le cayó un zapato mientras pasaba su cadáver por la ventana, que había tirado un botón que se le salió del traje a Iris Nereida fuera de la casa; y que echó por un tubo del fregadero los hilos del cinturón que se le quedaron en las manos al estrangularla.

El proceso judicial en contra de Ramón Fournier fue uno larguísimo por lo que trataré de hacerles un resumen lo más conciso posible sobre todo este asunto. Ramón Fournier fue acusado formalmente por el asesinato de Iris Nereida Hernández. Y se le fijó una fianza de $50,000 o el equivalente a medio millón de dólares. La acusación en su contra leía como sigue; 

“El acusado era en 1950 un hombre maduro, inteligente y educado. Había cursado estudios de alta escuela y estudios universitarios en Puerto Rico y en los Estados Unidos. Era condueño y administrador de un próspero negocio de funerarias. El Sr. Ramón Antonio Fournier Sampedro de forma ilegal, voluntaria y criminalmente, con malicia premeditada, deliberación e intención y propósito decidido y firme de matar, demostrando tener un corazón pervertido y maligno, dio muerte ilegal al ser humano Iris Nereida Hernández Matos, su exesposa, estrangulándola; habiendo enterrado clandestinamente el cadáver de la mencionada Iris Nereida Hernández Matos en el Cementerio Fournier de Isla Verde.”

Ramon Fournier fue encontrado culpable por el jurado de haber de asesinato en primer grado y fe sentenciado a cadena perpetua. Los abogados de Fournier no estuvieron conforme con el veredicto por lo que acudieron ante el tribunal Supremo ya que en aquel entonces no existía el Tribunal de Apelaciones.

Durante los procesos judiciales que se llevaron a cabo en el Tribunal Supremo presentó el testimonio de muchas personas por lo que escogí algunos de los testimonios que me parecieron más relevantes para este episodio. 

Uno de los testimonios más interesantes fue el del periodista Enrique Ramírez Brau. A preguntas de la defensa él indicó que vio a Ramón en la fiscalía el 7 de octubre del 1950 durante el día y aunque no pudo hablar con él dijo que lo vio tranquilo, que estaba leyendo un libro y que había un detective a su lado. El periodista indicó que a las 2:30 de la madrugada entró sin permiso en al cuartel de la policía de San Juan que quedaba en la calle San Francisco y pudo hablar con Ramón quien se encontraba acostado en una cama. El periodista le pidió un retrato de Iris Nereida a Ramón y él le dijo que fuera a la Escuela Superior y consiguiera el anuario del año en que ella se graduó donde había un retrato en el que ella estaba muy bonita. El periodista le dijo algo más a Ramón, le dijo que el fiscal iba a abrir unas tumbas en el cementerio Fournier porque tenía información que indicaba que allí estaba enterrado el cuerpo de Iris Nereida. Cuando Ramón escuchó eso se enfureció y le dijo;

“Dígale al fiscal que se acuerde que yo tengo allí 1,700 tumbas y que por cada una que destape va a tener que pagarme $10, yo le voy a dar una bofetá a ese fiscal cuando lo vea” 

Al otro día cuando se descubrió el cadáver de Iris Nereida en el Cementerio Fournier, el fiscal ordenó que se trajera a Ramón al cementerio. En el cementerio había periodistas, fotógrafos y detectives. Al llegar al cementerio el fiscal Viera Martínez le pidió a Ramón que dijera de quién era el cadáver que se encontraba en la fosa 4. Ramón miraba hacia la tumba, estaba muy nervioso y cada vez que se le pedía que identificara el cadáver temblaba. Sin embargo, en el segundo juicio el fiscal declaró que Ramón no estaba nervioso, sino que con absoluta tranquilidad miró la tumba y a pesar de que el cadáver no era perceptible para identificarlo por la espalda, dijo que era el cadáver de una mujer, pero no quiso decir de quién era.

El periodista Enrique Ramírez confirmó la versión del fiscal y dijo que Ramón no estaba tembloroso. Dijo que se veía normal y que era cierto que había dicho que allí había un cadáver de mujer. 

Otro testimonio muy importante e interesante fue el del siquiatra Dr. Rafael Troyano de los Ríos. El Dr. Indicó que examinó a Ramón en el 1953 estando ya en la penitenciaría con el fin de hacer un informe sobre el grado de custodia y la asignación de labores que se le darían al reo. El doctor dijo en su análisis que Ramón mostraba una inmadurez en el desarrollo afectivo de la persona y una super adaptación al presidio que indicaba falta de juicio emocional, lo que para él era indicios de un trastorno de la afectividad.

El doctor dijo también que Ramón tenía un trastorno sicótico hereditario tanto por la línea materna como por la paterna y que debido a que era hijo único, criado en el ambiente de una funeraria y trabajando como embalsamador desde su adolescencia por lo que su desarrollo del temperamento afectivo no había sido normal. Según este doctor para Ramón un muerto no era otra cosa que un cliente y tenía una actitud de indiferencia absoluta. Para el psiquiatra Ramón no estaba loco, podía distinguir entre el bien y el mal, era un hombre narcisista, egoísta y orgulloso de sí mismo.

Otro de los peritos traídos por la defensa de Ramón fue El Dr. Taveras quien indicó en su testimonio que a su entender las fracturas de la laringe de Iris Nereida pudieron haber ocurrido después de su muerte al manipularse su cadáver sin el debido cuidado y que existía la posibilidad de que Iris Nereida se suicidara usando su propio cinturón y el clavo en forma de torniquete. El Dr. Taveras dijo también que las dos vueltas que tenía el cinturón alrededor del cuello era “índice sospechoso del suicidio”, debido a que no se encontraron contusiones, heridas, abrasiones u otras señales de violencia en el cuerpo de Iris Nereida. Sobre esta posibilidad El Doctor Babbs indicó que el diámetro del cinturón era menor que el diámetro del cuello y aun sin hacer presión con el clavo ella hubiese perdido el conocimiento antes de colocárselo por lo tanto se reafirmaba en su posición de que su muerte había sido un homicidio.

Luego de escuchar todos los testimonios el Tribunal Supremo ordenó un nuevo juicio para Ramón Fournier determinando que la primera confesión escrita y admitida en evidencia había sido obtenida mediante coacción sicológica y que el jurado no fue instruido correctamente por lo que no debió haber sido admitida en el juicio.

El segundo juicio se celebró a principios de 1955. Nuevamente un jurado encontró culpable a Ramón Fournier por el delito de asesinato en primer grado. La defensa de Ramón presentó una moción de reconsideración, pero El Tribunal la declaró no ha lugar y lo sentenció nuevamente a la pena de reclusión perpetua. 

La defensa de Ramón apeló nuevamente la sentencia dictada ante el Tribunal Supremo señalando una serie de errores. 

La vista se celebró el 13 de noviembre de 1956. Luego de analizar cuidadosamente todos los señalamientos presentados por la defensa el tribunal determinó que ninguno de ellos tenía mérito por lo que denegó la petición de nuevo juicio. 

Aunque esto quizás parecía el fin de todo el proceso Ramón Fournier todavía tenía una carta bajo la manga. 

El Tribunal de Apelaciones del Primer Circuito de los Estados Unidos

En el 1960 la defensa de Ramón acudió ante este Tribunal como último recurso. El reclamo que hicieron ante el tribunal era que el fiscal había obtenido una confesión ilegal mediante coacción psicológica. La decisión del Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos fue la siguiente. 

“No cabe duda del éxito en romper la resistencia de Fournier a la técnica no demasiado sutil de detención prolongada e ilegal con un trato considerado, interrumpida solo por un viaje a un cementerio para ver el cuerpo descompuesto de su exesposa y víctima, seguido al día siguiente por un intenso interrogatorio desde las 10 de la noche hasta las 4 de la mañana del día siguiente. Basta con decir en apoyo de esta conclusión que las pruebas son claras de que a lo largo de su interrogatorio por el fiscal de distrito Fournier no fue manso, sumiso ni intimidado, sino que se resistió enérgicamente a cualquier usurpación de lo que él creía que eran sus derechos, y, sin embargo, en algún momento entre las 4 y las 6 A.M. del tercer día de su detención ilegal., en circunstancias no reveladas por el registro, de repente se volvió manso, sumiso y confesó.”

El Tribunal de Apelaciones del Primer Circuito de los Estados Unidos dictó su sentencia anulando la sentencia de la Corte Suprema de Puerto Rico dejando así en libertad a Ramón Fournier. 

Según la información que pude obtener Ramón Antonio Fournier Sampedro falleció en el 1983 a sus 55 años en el pueblo de Dorado y fue enterrado en el Puerto Rico Memorial de Isla Verde conocido anteriormente como el Cementerio Fournier.

QUIEN TE DIO VELA EN ESTE ENTIERRO.